12056 - El genocidio como crucifixión de un pueblo

N. Lygeros
Traducción al español de Eduardo Lucena González y Olga Raptopoulou

Si pudiera cada uno de nosotros percibir el genocidio como la crucifixión de un pueblo, sabría entonces que no podría tolerar cualquier cuestionamiento ni desde luego la negación. Mientras que cuando se presenta sólo como una demanda judicial, el reconocimiento del genocidio deja indiferente a la mayoría, ya que no posee las correspondientes herramientas de comprensión también para la penalización de la negación. La mayoría de los que no conocen la verdad sólo la ve como una censura. Y nunca ha reflexionado, en ambos casos, sobre la lección de Cristo, que aunque era justo tenía ante sí la justicia de la sociedad que le condenó. Ahora, por supuesto, dicen que creen sin darse cuenta de las consecuencias de esta elección. ¿Es posible, pues, que dejen a alguien negar la crucifixión? ¿Es posible considerarlo censura cuando alguien dice que no hay que insultarlo? No pertenecemos a los espacios donde la fe se impone de manera coercitiva. Simplemente queremos que haya un respeto para el inocente justo. Cuando percibamos todos nosotros que no queremos nada más con el reconocimiento del genocidio y la penalización de la negación, entonces nuestra lucha será más eficaz de lo que es ahora. Porque incluso los combatientes del reconocimiento del genocidio no se dan cuenta en realidad del valor de su lucha. Por eso la mayoría se fija sólo en su genocidio y por supuesto se sorprende cuando se trata de personas que no son descendientes de sobrevivientes, porque no entienden el propósito. Es como decir que debemos hablar arameo exclusivamente para entender el sacrificio de Cristo, y si no dominas esta lengua no puedes compadecerte y creer. Las cosas son pues más sencillas sin por ello ser simplistas. La cuestión del genocidio no es un debate ni una venganza. Se trata de una reivindicación humana que tiene sentido cuando crees en la Humanidad, dado que un genocidio es un crimen contra la Humanidad por la que se sacrificó Cristo. Si comprendemos esto, hallaremos nuestro papel, ya que lo único que queremos es continuar la obra de Cristo a través de sus lecciones.